
Catedral de Viena
Hemos elaborado una guía turística de la Catedral de Viena, o como es conocida en alemán, Stephansdom, para que conozcas el verdadero corazón de la ciudad. Ubicada en el centro del centro histórico de la capital, la Catedral de San Esteban es un emblema arquitectónico y cultural. Desde su consagración inicial en el siglo XII hasta nuestros días, ha visto coronaciones, conflictos bélicos, reformas arquitectónicas y la devoción de incontables generaciones que han encontrado en sus muros un refugio espiritual.
Un viaje a Viena no está completo sin organizar una visita a la Catedral de Viena, además de echar un vistazo, por supuesto, a todos los puntos de interés turístico de la ciudad que te recomendamos en la guía de viaje de Viena que hemos preparado en Nautalia.

Historia de la Catedral de Viena
La historia de la Catedral de Viena se remonta a 1137, cuando el duque Leopoldo IV de Austria y el obispo de Passau, Reginmar, firmaron un acuerdo para la construcción de una iglesia dedicada a San Esteban, el primer mártir cristiano. La primera versión de la iglesia se consagró en 1147, pero un devastador incendio en 1258 redujo gran parte de la estructura a escombros. Este desastre obligó a reconstruir el edificio bajo la dirección de Ottokar II de Bohemia, quien supervisó el proyecto hasta su consagración en 1263.
La llegada de los Habsburgo al poder marcó un antes y un después en la historia de la Catedral de San Esteban de Viena. La expansión gótica del edificio se produjo durante el siglo XIV, bajo el auspicio de Rodolfo IV. Este gobernante tenía una visión ambiciosa para Viena como centro de poder y espiritualidad, lo que lo llevó a convertir la catedral en un templo majestuoso que pudiera rivalizar con las principales catedrales europeas. Durante este periodo se iniciaron numerosas obras de ampliación, como la construcción de un nuevo coro y el inicio de la torre sur, que se convertiría en uno de los elementos más emblemáticos del edificio. Rodolfo también instituyó importantes reformas administrativas, trasladando a la catedral el capítulo de canónigos y fortaleciendo su estatus como sede religiosa de gran influencia.
A lo largo de los siglos, la catedral vienesa ha sido testigo de numerosos eventos trascendentales. Una de las ceremonias más conocidas fue la boda de Wolfgang Amadeus Mozart con Constanze Weber, celebrada en 1782. La relación de Mozart con este lugar no termina ahí, ya que fue aquí donde se ofició su funeral en 1791. Asimismo, el entierro de Antonio Vivaldi en las proximidades del templo refuerza el vínculo de la catedral con la historia de la música clásica, uno de los grandes orgullos de Viena.
Así mismo, la Catedral de Viena también ha sufrido muchos daños. Durante la ocupación turca en el siglo XVI, el templo sufrió daños considerables, pero fue restaurado gracias al esfuerzo colectivo de la población vienesa. Asimismo, durante la Segunda Guerra Mundial, un incendio provocado por los bombardeos destruyó gran parte del techo y la campana Pummerin original. No obstante, la reconstrucción fue rápida, y la catedral recuperó su esplendor en pocos años.

El exterior de la Catedral de Viena
La Catedral de Viena por fuera impresiona por sus dimensiones colosales y su diseño arquitectónico. Mide 109 metros de largo y 72 metros de ancho. Su planta está dominada por 4 torres.
La torre sur de la Catedral de San Esteban se alza hasta una altura de 136,4 metros, lo que la convirtió durante siglos en el edificio más alto de Europa. Esta torre es un prodigio de la ingeniería medieval, ya que, a pesar de su altura, su base se asienta sobre un cimiento de apenas cuatro metros de profundidad. Subir sus 343 escalones es todo un desafío, pero quienes lo hacen son recompensados con unas vistas panorámicas que dejan sin aliento. Desde lo alto, se puede observar el centro histórico de Viena, con sus edificios emblemáticos, calles empedradas y jardines que se extienden más allá del horizonte.
La torre norte de la Catedral de Viena, por otro lado, quedó inacabada, alcanzando solo 68 metros. Sin embargo, en ella se encuentra la Pummerin, la más famosa campana de la Catedral de San Esteban. Esta campana de dimensiones colosales es la tercera más grande de Europa. Fue fundida con el bronce de los cañones turcos capturados durante el sitio de Viena en 1683.
El tejado de la Catedral de Viena policromado, compuesto por más de 230.000 azulejos, muestra patrones geométricos y los escudos de armas de Austria y Viena. Este diseño no solo cumple una función estética, sino que también refleja el esplendor y la riqueza cultural de la ciudad en épocas pasadas. Sin duda, esta es una de las principales cosas que ver en Viena.
La fachada occidental, dominada por el Riesentor o "Puerta de los Gigantes", es uno de los pocos vestigios que quedan de la construcción románica original. Esta puerta monumental recibe su nombre, según algunas curiosidades de la Catedral de Viena, de un hueso de mamut descubierto en la zona. Flanqueando el Riesentor se encuentran los Heidentürme, o "Torres de los Paganos", cuyo nombre podría aludir a la reutilización de piedras de antiguos edificios anteriores a la entrada de la cristiandad en el país.

La catedral de San Esteban por dentro
El interior de la Catedral de Viena alberga una rica colección de arte sacro. Destaca el altar mayor, una obra maestra del barroco, así como numerosos altares secundarios y capillas dedicadas a distintos santos. La luz natural que penetra por las vidrieras crea un ambiente de recogimiento que invita a la contemplación espiritual. Entre las reliquias de la Catedral de Viena más veneradas se encuentran fragmentos de la Vera Cruz y una espina de la corona de Cristo, que fueron adquiridas por Rodolfo IV para reforzar el prestigio espiritual del templo.
Además, en las criptas de la Catedral de Viena descansan los restos de destacados miembros de la dinastía Habsburgo, lo que convierte a la Catedral de San Esteban de Viena en un templo y museo sacro de gran relevancia histórica. Una de las piezas más destacadas es el sarcófago del emperador Federico III, tallado en mármol rojo y considerado una obra maestra del arte funerario. La tapa de este sepulcro, que pesa más de ocho toneladas, es testimonio del poder y la grandeza imperial.
Las visitas guiadas en la Catedral de San Esteban son planes imprescindibles que hacer en la ciudad y desde aquí te recomendamos que eches un vistazo de nuestra sección, en colaboración con Civitatis, de actividades en Viena. Si escoges hacer un tour por la Catedral de Viena podrás conocer en detalle estas sepulturas, así como la historia de las reliquias que se conservan en el interior. Las visitas guiadas por la Catedral vienesa ofrecen un recorrido que abarca desde la Capilla de San Virgilio hasta el tejado y las catacumbas.
Desde la plaza donde se encuentra, llamada Stephansplatz, la Catedral de San Esteban es el punto de partida perfecto para explorar otras atracciones cercanas, como el Palacio de Hofburg, la Ópera Estatal y el Museo Albertina. Cada rincón del centro histórico de Viena ofrece una oportunidad para sumergirse en la rica cultura de esta capital europea.
Hoy en día, sigue siendo un lugar de culto activo, así como un atractivo turístico de primer orden. Su grandeza arquitectónica y su profunda conexión con la historia austriaca hacen de la Catedral de Viena una visita imprescindible para quienes desean comprender el alma de esta fascinante ciudad europea.